En la Fórmula 1, cada detalle cuenta. El rol del ingeniero de pista resulta crucial en la estructura de un equipo. En su ingreso al mundo Alpine, Franco Colapinto no está solo: lo acompaña Stuart Barlow, el nuevo socio técnico y estratégico que lo guía desde el box.

Barlow, nacido en el Reino Unido, es ingeniero graduado en Oxford Brookes University. Inició su carrera en autos de turismo, especializándose en análisis de datos y simulación. Más tarde dio el salto a la IndyCar como responsable del desarrollo de chasis para equipos motorizados por Honda. Su primera experiencia en la Fórmula 1 fue en 2016 con Manor, una escudería que desapareció al año siguiente. Luego sumó experiencia en categorías de alto nivel como el DTM alemán y la Fórmula E, hasta integrarse a Renault F1 Team en 2019 como líder del equipo de pruebas.

Con la transformación de Renault en Alpine, Barlow asumió nuevas funciones. Durante tres temporadas trabajó en la gestión del rendimiento del monoplaza de Esteban Ocon, y en 2024 fue promovido a ingeniero de carrera. Comenzó trabajando con Jack Doohan, pero con el arribo de Colapinto asumió el desafío de acompañar al argentino en su debut dentro de la escudería. La relación entre piloto e ingeniero es mucho más que técnica: se basa en la confianza mutua. En plena acción, Barlow es quien le habla al oído a Colapinto, quien toma decisiones estratégicas como la entrada a boxes o la evaluación de daños, y quien traduce las sensaciones del auto en ajustes finos. En un equipo en plena reestructuración y con un monoplaza difícil de manejar, esa conexión puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Ambos están dando sus primeros pasos en funciones nuevas y deben construir una sociedad efectiva en medio de la presión constante.